-
Bilardo y la soledad de los “nadies”,
Algunos cronistas del ocaso nos han manifestado que el fútbol “es la más importante de las cosas menos importantes”. Quién sabe. Nadie conoce en realidad al que evalúa las escalas de valor ni al que clasifica las variables de interés en una sociedad cambiante e indeterminada. Lo que sí sabemos es que no estamos del todo de acuerdo. Cuando uno recorre la historia de los revolucionarios, aquellos que han participado de los acontecimientos más grandes de la historia uno no puede dejar de imaginar el tiempo dedicado. Años de su vida analizando disyuntivas, moldeando perspectivas, controlando sus miedos y sumergidos en la más absoluta fragilidad de la incertidumbre. Y el poder ahí, dueño del miedo. Y nosotros como observadores, dependiendo de aquellos pocos que controlan ese miedo. Siempre es difícil ir contra el poder. Por eso conocemos de memoria los nombres de aquellos que dieron su vida por una ilusión. La esperanza de ellos y el futuro nuestro comulgan escritos en los libros que perpetúan el sacrificio y la dignidad. Allí se encuentra Carlos Salvador Bilardo. Hoy cumple 81 años. No podemos decir mucho más de alguien que es simplemente el técnico más importante de la historia del fútbol Argentino. Y que con solo verlo nos emocionamos como cuando vemos al familiar que más queremos. La historia universal posibilita vislumbrar que jamás un hito revolucionario que cambió para siempre las estructuras establecidas fue resuelto desde lo “impensado”, desde “el espectáculo” con el axioma ingenuo de lo relativo del resultado. Los grandes protagonistas dependieron de las estrategias, las programaciones, el sacrificio, la solidaridad y la humildad. Y el resultado como la consumación de estos preceptos. Una idea y la determinación ante un objetivo que debe cumplirse. Porque al cumplirse miles y miles de personas vivirán quizás el momento más importante de su vida. Por ello, no podemos ubicar al fútbol entre las cosas “menos importantes” cuando tenemos la insignia de Bilardo en todas las decisiones de nuestra vida. El lugar ante la grieta generada desde su irrupción en el fútbol es nuestra posición ante la adversidad. Es nuestra casa. Pertenecemos a la Escuela que él nos enseñó a defender a cada paso. Somos los hijos de Bilardo. Y estamos solos. Nosotros y nuestras vitrinas repletas. Miramos alrededor y encontramos a cada paso la disidencia. Allí se acrecienta nuestra obligación histórica de posicionar nuestra bandera. Y nuestra historia épica y perfecta. Somos los “nadies” que escribimos las páginas más gloriosas del fútbol Argentino.