La Brujita, el Pepi, Vasco y el Negro Damián, cuatro chicos en un Mundial sub 17


Por Gabriel López


El folleto de la Copa del Mundo Sub 17.

Italy ’91. U-17 World Championship for the FIFA JVC-Cup. La leyenda del afiche fueran señales para el pibe Juan Sebastián Verón. Tenía edad de Séptima, venía de ser campeón el año anterior y arrancó para el sueño del seleccionado, el tercer equipo en la escalera de edades que ingresaban al predio de AFA: la mayor, Sub 19 y Sub 17, que pasaba a llamarse así luego de tres mundiales anteriores con el nombre Sub 16. La “Brujita” se sentía tan contento como asombrado, y tiraba bromas con el “Negrito” Damián Garófalo (también nacido en 1975 en La Plata), un muchacho pura bondad Juan Manuel Azconzábal (recién llegaba de Junín y vivía en la cancha) y Ariel Zapata, que todavía venía en micro desde Florencio Varela. El Vasco y el Pepi —armarán en el futuro una dupla combativa en la primera división— encajaron por 30 días en el reglamento del campeonato “para jugadores nacidos desde el 1 de agosto de 1974 en adelante” (Zapata es del 2 de septiembre y Azconzabal del 8 de septiembre).
Tras los temas de pasaporte, la República de Italia los esperó, empezando a madurar en el sacrificio oficio de futbolista: una semana antes de salir de Ezeiza, tuvieron que aguantarse no jugar el clásico de Séptima en 1 y 57 (ahí tenían que jugar Garófalo y Verón) y de Sexta en 60 y 118 (sin Azconzabal, el líbero, que cubría la espaldas de Zapata, el stopper). Seguramente, alentaron a los amigos Giambruno, Saggese, Carreras, Mazza, Silenzi, Pamparana y “Cordobita”, como le decían a Gastón Córdoba.

La revista “Solo Fútbol” con enviado especial y poster.


LA SELECCIÓN Y LAS COPA DEL MUNDO


Trece meses habían transcurrido de la final heroica de Italia 1990, en el estadio Olímpico de Roma, donde el equipo del “Narigón” volvió a dejar su sello, con menos fútbol y más corazón. El Sub 17 iba a aterrizar en esa tierra, con varias cuestiones insólitas: se canceló la sede de Ecuador por una pandemia de cólera en varios países de esas latitudes y de urgencia se organizó en Italia, en la región de la Toscana, con cinco estadios comunales que no superaban los 10 mil espectadores y una final reservada en el estadio “Artemio Franchi” de Florencia, con capacidad para albergar a 45 mil. Realmente iba a ver muy poca gente en todos los partidos. Habían planificado el cambio de las reglas de juego, con dos situaciones que sorprendió al DT Reinaldo Merlo, que con justa razón se quejaba porque “clasificamos en Paraguay con otro sistema de juego”. Recordemos qué novedades eran “prueba piloto” con éstos chicos. Punto 1: el off-side contaba a partir del borde del área grande y con la extensión de una línea imaginaria (en principio iba a estar marcada o pintada), desde el vértice hacia los laterales. Es decir, solo podía cobrarse “el fuera de juego” en los últimos dieciséis metros de campo (desde la altura del área grande hasta la línea de fondo).
Punto 2: prohibido que el arquero tomara el balón con sus manos ante un pase voluntario de algún compañero. En ese caso, se sancionaba un tiro libre indirecto en contra del equipo infractor.

¿Las razones de los cambios que estaban sujetos a una confirmación posterior? En los dos últimos Mundiales, tanto en México por el calor y la altura, como en Italia por un marcado sesgo especulativo, se había abusado en el recurso de un defensor “pasándole el balón” al arquero, para que éste pudiera sujetarla con las manos y así “hacer tiempo”. La idea era dinamizar el juego. En el estreno, Estados Unidos venció a Italia por 1 a 0 (por el grupo A, que al otro día completó la Argentina y China). El mítico “Rey” Pelé declaraba sobre las nuevas reglas en el primer partido de aplicación. “Hay que tener paciencia, fue una buena experiencia. Creo que los chicos no encontraron el ritmo para aprovechar el mejor espacio, pero creo que funcionará bien el tema del off side”, dijo el presidente Joao Havelange. En tanto, su compatriota brasileño Pelé —asesor FIFA— afirmaba que “el partido fue muy entretenido, todo es cuestión de estudiar”. Días antes de viajar, en un reportaje brindado a El Día, Juan Ramón Verón analizaba las posibles consecuencias: “En principio el juego va a ser más defensivo porque obligará a los defensores a quedarse para no dar ventajas. Siempre habrá uno o dos en las últimas posiciones para cuidar. Y se va a hacer difícil realizar un contraataque” (El Día, martes 13 de agosto de 1991). La legendaria “Bruja”, discípulo de Zubeldía, se adelantó como tantas veces. al volver compartió conocimientos con su amigo Eduardo “El Bocha” Flores, con el que se repartía la conducción de sexta, quinta y cuarta, en tiempos de Miguel Ignomiriello como director del fútbol amateur.

Pelé saluda al público en la jornada inaugural.


PERTENENCIA

Poco pareció pesar en el ánimo tantas variables en lo táctico que iban a experimentar los cuatro pincharratas, el Vasco, el Pepi, el Negro Damián y la Brujita (que tenía una prolija cabellera a los 17 años recién cumplidos). Pasar por la Selección era un orgullo que les inflaba el pecho a la vez que sabían muy bien que delineaba sus formaciones como futuros profesionales. Esa esencia del Sub 17, donde se encontraron con Marcelo Gallardo, apodado “El Pendejo”, porque era el único de la clase 76 (con 15 años cumplidos en enero), en un grupo con mayoría de la 74 y la 75”. El camino para llegar a Italia tuvo previas escalas en Buenos Aires, para pasar pruebas. “Cuando se definían quienes quedaban, nos sentaban a todos y los que no nombraban, no venían el lunes… Era entrenar a morir toda la semana”, cuenta Damián Garófalo, quien recuerda otro hecho increíble. “Jugué un partido en selección siendo suplente en Estudiantes” (peleaba el puesto con Pablo Fabiano, “a veces era más uno, a veces el otro”). Después a buscar la clasificación a Paraguay en un agónico triunfo sobre Uruguay en la última fecha. “Mi único partido fue con Paraguay”, dice Garofalo, que en la Selección tuvo por delante a Raúl Sanzotti, y recuerda la amistad que le quedó con Martín Tocalli (hoy entrenador de arqueros del “Dibu” Martínez en la Selección mayor).

La pegada de "La Brujita", detrás Marcelo Gallardo.


Para Azconzabal no hubo Sudamericano por un acuerdo en el que sus padres habían acordado con Ignomiriello no descuidar el colegio. Recuerda el “Vasco” que “no me dejó ir porque decía que era muy pronto pero en realidad tenía un compromiso de palabra con mis viejos de no faltar al colegio secundario (lo hizo en el Benito Lynch), y con la Selección no iba a poder ir. Pero ya cuando se vino el Mundial no me pudieron parar”. “Estaba muy enamorado de Estudiantes. Sentía la pertenencia de la que tanto se habla”, todo un bohemio a los 16 años, elástico bajo los palos como un gato negro, el único que no pudo debutar en la primera del Pincha, Hoy camino a los 50 años, viviendo en España, desfila agradecimiento pese al golpazo de quedar libre. De pronto, saca el dato magistral de un pibe que es ídolo de River y metió su primer gol en la Selección “cuando atajé mi único partido, en el Sudamericano de Paraguay.

Con la 13, Zapata en su debut contra Italia.


Leyendo una nota de hace 37 años, joya del archivo periodístico, Juan Ramón Verón daba su opinión sobre los cuatro albirrojos antes de que el público en general los vieran por Canal 9 (con relatos de Niembro televisaron el Mundial Sub 17). “El arquero Garófalo es un atajador por excelencia, que se maneja muy bien bajo los tres palos con muchos reflejos. Azconzabal es un zaguero central que llegó este año de Junín, con gran futuro, muy buen cabeceador y que siempre intenta salir jugando, y Zapata es un polifuncional que se desempeña bien en cualquier puesto de la defensa y el medio, llegó de Florencio Varela al fútbol infantil de Estudiantes”. El cuarto jugador es su hijo y el legendario puntero opinó: “Sus características son distintas a las que tenía mi juego. Es un mediocampista con llegada, de muy buena pegada. Tiene mucha visión de juego y cabecea realmente bien”. Con número de lista de buena fe, éstos eran todos los argentinos. 1 Raúl Sanzotti (Argentinos), 2 Ricardo Castellani (River), 3 Rodolfo Arruabarrena (Boca), 4 Gustavo Lombardi (River), 5 Silvio Rivero (Boca), 6 Carlos Chaile (Ferro), 7 Rubén Bernuncio (San Lorenzo), 8 Claudio Husaín (Vélez), 9 Luciano Oliveri (Racing), 10 Marcelo Gallardo (River), 11 Juan Verón (Estudiantes) 12 Damián Garófalo (Estudiantes), 13 Ariel Zapata (Estudiantes), 14 Angel Morales (Independiente), 15 Rubén Comelles (Argentinos), 16 Juan Azconzábal (Estudiantes), 17 Christian Akselman (Racing), 18 Norberto Alonso (River).

RESULTADOS

Seis partidos afrontó el equipo. Los tres de la etapa inicial, con China (2-1, gol de Verón a los 5 minutos y de Castellani), el traspié con Estados Unidos (0-1) y con Italia (0-0) cuando aseguró el segundo puesto y clasificación a los Cuartos de Final. Allí tocó Australia (2-1, Comelles los dos); la Semifinal con España (0-1) y el tercer puesto logrado ante Qatar (1-1, gol de Akselman, y penales 4-2 con anotaciones de los dos pibes Pinchas, Azconzabal y Zapata). Otro detalle del torneo: se disputaban dos tiempos de 40 minutos, y en el último partido la Argentina jugó 100 minutos (80 de tiempo reglamentario y 20 de suplementario). El jefe de la delegación fue Pablo Abbatangelo (dirigente de Boca y del comité afista), y el cuerpo técnico de “Mostaza” Merlo, el “Polaco” René Daulte (ayudante de campo), Juan Manuel Olivera (médico), Ruben “Tito” Benros (utilero) y Ruben Moschella (administrativo).

Pepi Zapata, Seba Verón, el Negro Garófalo y el Vasco Azconzabal.


APRENDIZAJE

El fútbol en sus primeros años es diversión, pero a medida que se suben categorías parece el avión que carretea en la pista de despegue. Situaciones para asimilar, muchas inesperadas y dolorosas, como no ingresar a algún partido. La “Brujita” que salió de titular en los dos primeros partidos, al tercero descansó en el banco de suplentes (se jugaba cada tres días). Por la misma situación le tocó vivir a Gallardo, pero en ambos casos ingresarán siempre. Curiosamente, los que finalizaron sus últimos cuatro partidos entre los relevos, serán compañeros en los mundiales de mayores de 1998 y 2002. Azconzabal y Zapata lo vivieron exactamente al revés, ya que empezaron en el banco y desde la clasificación ingresaron entre los once. Quien hoy es DT, analizó aquella rara situación del off side: “Se probó con nosotros, que si bien eramos chicos, ya teníamos físicos grandes. Al final, se hizo un juego con mucho pelotazo porque inconscientemente sabías que si achicabas mucho dejabas al rival habilitado. Si no había presión, tenías que retroceder en bloque”. Cuatro años más tarde iba a debutar en primera en el equipo que ganó el ascenso. Su simpatía por los colores no está separada del afecto por los compañeros: Gaitán, Serfaty, Andsersen, vivíamos en la pensión e íbamos a estudiar a la nocturna de diagonal 79 y 5, donde también estudiaban Palermo y Amato. Los que más protestábamos terminamos todos en 1ª, Córdoba, Catán, Andersen, Gaitán y Zapata”.

Tiempos de amistad y crecimiento. Los pibes del Pincha campeones en 7ª con Garófalo (arriba) y Verón (primer plano).

Garófalo sufrió por la falta de chances en el puesto más ingrato del fútbol. Apenas descendió el Pincha, se trajo a un joven Bossio, de Belgrano, y además de tener adelante a Chiquito, también estaban Andersen y Sessa, que eran 73. Quedo libre en mi segundo año de Cuarta, cuando en mi primer año en cuarta (que se juntaban dos categorías) arranqué de titular. Imaginate que me sentí defraudado a esa altura, más habiendo pasado por una selección juvenil”. El Negro empezó a buscar club y quedó en Defensa y Justicia de tercer arquero en un plantel que logró ascender de la BM al Nacional”. En cuanto al mundo del fútbol, el entonces “Rey” Pelé, ya retirado y asesor de la FIFA, confió en la innovación reglamentaria, pero de las dos reglas fracasó su postura sobre “el nuevo off side” y quedó la prohibición de los arqueros al no retener, algo que con los años le dio cada vez mayor importancia al puesto. Y el moreno insistía, pero seguiría sin acertar. “En el futuro sería bueno que los laterales se saquen con los pies, cosa que ya le dije a Havelange”. En cuanto a Verón, está claro que tenía estrella y hechizará muchas veces los estadios del mundo.

Gabriel Alejandro López


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