Madero
Por Gabriel López
Para qué andar echando humo por dos puntos que se escaparon en Globo… La cuestión es que falta una carrada de exámenes, hasta que el 1ro de marzo se anuncie el campanazo de llegada. Estos Estudiantes por ahora andan creando dudas, pero qué mejor que jugar con los propios que con ajenos que traigan deudas. “En marzo veremos si aprueba”, diría un profesor y aquí aprovecho a saludar a Marcelo Vicente, tan devoto de la Albirroja, como de Cristo y de La Cebra (el Club A. Estrella de Berisso). Por algo confía, como la mayoría.
Tomando palabras de Raúl Horacio Madero, campeón mundial en el 68 y en el 86 (vaya capicúa, con el Pincha primero y la Selección después), el Doctor un día llegó a nuestra bella ciudad proveniente de Huracán. Pero no hablaré de este insípido 0 a 0, sino que a través de un ser tan especial recordaré que en la vida como en el deporte colectivo “somos en muchas ocasiones un enigma dentro de un misterio; a veces, de una lucidez deslumbrante, para pasar sin pausa a la torpeza e ignorancia más oscuras” (lo tengo grabado de una noche en la sede cuando llegó con el otro doctor, el narigonazo). Rescató que más allá de las circunstancias, “alguien que no sabía si era Dios o el destino me dio un regalo de pertenecer a Estudiantes y de tener cuerpos técnicos y compañeros inolvidables”. A no exagerar tanto el resto…
Sí, claro, todos quieren ganar. Y hasta un empate de local, cuando no se levanta cabeza, es hasta un dolor de muelas, pero más dolorosa hubiese sido si entraba la de Salcedo, que fue palo y por poco adentro… Una trompada de boxeo en serio, que en un instante me llevó al recuerdo de José Umberto Menno y Ringo Bonavena, éste último, en sus años buenos, visitaba en La Plata el hogar de los Menno, se deleitaba con la comida bien tana y de rondines por barrio Norte, salió una frase que todavía pegada a la frente llevo: “Compre a Meno y gane más”, le dijo a las risas el Ringo, al percibir que el almacén no tenía nombre comercial.
Y ya que estamos por la zona, la 532 suburbana, allá vivió toda su vida “El Feno”, periodista experto que por Provincia le pedía a Estudiantes “jugar a dos tiempos, ¡no puede ser todo vértigo!”.
Los números a veces me dan rosca. ¿A quién no? Fíjese estos que terminan en 9. A veces traen buena y en otras décadas es de tránsito perfecto. 1969: gol del Bocha a Nacional y vuelta olímpica en 57 y 1, para la segunda continental; 1979: balance magro en fútbol, época de oro del handball; 1989: la “banda” de Eduardo Solari, el técnico que apostó por los pibes pero los rodeó con reyes de la pausa: Bocha Ponce, Pelusa Cardoso y Dalla Líbera… mamma mía; 1999 miseria espantosa en los bolsillos pero Edgardo Valente lo saca adelante en los dos frentes; 2009: la leyenda copera continúa con Sabella; 2019: por ahora muchas ganas de que se reabra UNO, que si lo miramos con el tercer ojo del conocimiento, prepara a los chicos como Darío Sarmiento, de 16 años, con la esperanza de que allí crezcan los nuevos sueños.
Como en la madre naturaleza, nada mejora del noche al día siguiente. Me pareció muy valiente y a la vez convincente el momento en que Juan Sebastián Verón se cruzó todo el campo de juego para hablarle al arcángel Gabriel caído. Todo es posible en la vida. Aquel entrenamiento el Pelado actuó como un pararrayos para salvar la tormenta de esa Copa que sigue siendo esquiva para el Pincha.
Sonó el timbre. Pasó Huracán y no hay recreo sino receso. A esperar lo bueno. La vida y el club, como dijo una vez Madero, es un enigma dentro de un misterio.