Checoslovaco, guapo y goleador que recomendó el “Narigón”: Christian Rudzki, el adiós a un bicampeón de América


Por Gabriel López



ADIÓS, CHRISTIAN RUDZKI. Desde el sábado ya no está entre nosotros uno de esos tipos que supieron gozar de dos títulos de Copa Libertadores y disputar una tercera final. Fue el primer extranjero de tantos que la ganarían después. Fue el primer argentino en pasar a la Bundesliga alemana, cedido por el Pincha en 1972. Delantero guapo y potente con piques por derecha y en diagonal, prestigiado por su forma de ser afuera y de eso supimos al contarlo varias veces en Acá hay una escuela. El checoslovaco que a sus 2 años llegó en barco dejando atrás el dolor por la Segunda Guerra. Debutó en Español donde jugó con el "Narigón" Bilardo (se lo recomendó a Zubeldía para comprarlo en 1969). Pero antes hubo otra chance frustrada para sumarse en 1965, cuando el "Huevo" Cicora pasó el dato de un "fenómeno". Rudzki también DT de juveniles, con la clase 80 y 81, formador de Tauber, Juan Fernández, Galetti y Farias. Tenía 77 años. Anécdotas y momentos imborrables en una semblanza del periodista amigo Gabriel "Colo" López.

El "Polaco" en los micrófonos de Cielo, firme con "Acá hay una escuela".


Tenía 77 y vivía en Ingeniero Maschwitz. Calvicie y anteojos, achaques físicos, pero siempre con el timbre de voz alto para hablar de fútbol. Simple y directo, como un técnico que también fue, como un ex jugador que estaba orgulloso de haber tenido al maestro Osvaldo Zubeldía. Pero si el DT le pidió a la dirigencia que cierre la contratación con Español fue gracias Carlos Bilardo. Pero antes de eso, había una historia de dolor, de un niño que cruzó las aguas de Europa hasta América para escapar a la miseria tras la Segunda Guerra. Porque él, clase ’46, de origen checo, de los tantos niños que cruzaron en barco los continentes para salir de la miseria, tuvo una pelota para salir de los problemas. Empezó a jugar oficialmente en Deportivo Español, fue campeón en Cuarta de la divisional B. Un delantero potente que en 1964 sube al plantel profesional de los “Gallegos”. Chavez, Bilardo, Rudski, Mallo y Valledor, fue la línea delantera roja que el sábado 19 de diciembre de 1964 jugó a Platense, un nocturno en cancha de Atlanta, ya que Español no tenía su estadio pero estaba creciendo y soñaban con la A; a los 9 minutos un centro que envió Mallo fue conectado por Rudski y significó la apertura del marcador.

El “Narigón” era el 8 y ya tomaba nota. Y el “9” era Roberto Saporiti que al enterarse de la partida de Rudzki, manda una reflexión: “Lo queríamos mucho con Carlos Bilardo y todo el plantel profesional, cuando ya pintaba con mucha fuerza, técnica y cuidado personal”. Pero primero llegó Bilardo a La Plata en marzo de 1965 y allá se fue como parte de pago “El Huevo” Roberto Cicora, que recuerda un episodio mientras se acomodaba al modesto club del ascenso. “A Rudzki y a Veglio, en diciembre de 1965 le tenían que hacer contrato y se olvidaron de mandarles el telegrama. Quedaron libres y le avisé a Ignomiriello (coordinador de juveniles en Estudiantes): “Miguel, hay dos pibes que son fenómenos”. Rudski y su padre acudieron a la cita de Estudiantes, que cuando le empezó a hablar de una suma de dinero interesante, el padre de Rudzki reaccionó clara y espontáneamente con un ruego: “¡Nene, firmáaa!”. La leyenda dice que no llegaron a un acuerdo porque los dirigentes de Estudiantes, de excelentes relaciones con los Español, no quisieron aprovecharse de un olvido de sus colegas capitalinos por aquel telegrama que llegó mucho después del 31 de diciembre.

Christian Rudzki en el arco, metido adentro, para un festejo ante los chilenos en 1971.


Pero su destino iba a ser Pincha. Tres años más tarde se precipitó. El plantel profesional concentraba en un hotel de CABA y les quedó a mano un sábado a la tarde uno de los estadios que estaba cerca, aquel donde todos los equipos querían jugar. Entre la gente de la platea se metieron los futbolistas del campeón Estudiantes. Jugaba Español contra Almagro, siempre los rojos locales en Atlanta, antes del Bajo Flores. Ahí fue que Bilardo le recordó a Zubeldía que jugó al lado de Rudzki, en sus dos últimos años de los cuatro que Carlitos jugó para los de la colectividad. “Hay que traer a Rudzki”, dijo Bilardo.
“Pero yo venía rengo después de una operación y ese partido jugué infiltrado. A la media hora convertí un gol, y Bilardo se agrandó más, ¿vieron? ¡Hasta rengo hace goles!”. E insistió hasta que su sueño se hizo realidad. Rudzki fue refuerzo en 1969.

Y empezó a sorprender y a sorprenderse. El 6 de abril de 1969 fue al banco en su primer clásico que se suspendió a los 8 minutos de la segunda etapa por derrumbre de un alambrado. Un mes después empezó a festejar por Copa Libertadores, donde cuenta con dos goles y en ambos casos por instancia de Semifinal y contra rivales chilenos. El 1 de mayo de 1969 le hizo uno de visitante a Universidad Católica (3-1, goles de Conigliaro, Rudzki, Togneri). Y en la final-final, con Nacional, fue titular en lo que significará hasta hoy el único título ganado por Estudiantes en 1 y 57 en toda su historia (2-0 a Nacional de Uruguay). Fue el primer extranjero en ganar la Copa Libertadores. En septiembre de 1970 convirtió cuatro goles en siete días. Con San Martín, en San Juan, un 4-1 con tres de Rudzki y uno Romeo, y ante Gimnasia, 4-1 de locales, liquidando ante Gatti, a los 16 del segundo tiempo —fue el tercero—. Otro grito especial fue el 19 de mayo de 1971 contra Unión Española en La Pata, 2-1, el primero Rudzki y el segundo Verón.

Después marchó, pero estará siempre volviendo. En 1972 fue transferido a Alemania y fue el primer argentino en jugar en la Bundesliga, junto al “Tanque” Neumann. En los noventa fue director técnico y el aire de City Bell llenó su pecho de inspiración para hablarle a los pibes, los que venían de la clase 80 y llegarían a ser profesionales, como Nicolás Tauber, Juan Ramón Fernández, Luciano Galleti y “Tecla” Farías. La 81 también estuvo a su mando, junto a Eduardo Flores. El coordinador era Marcos Conigliaro y entre los técnicos también estaba Ruben Agüero. Año 1995, en tiempos en que el Pincha renacía con su vieja escuela.

Más adelante, lo tuvo Acá hay una Escuela, para hablar de ese único vicio que era el fútbol. Los que no tuvimos la suerte de verlo jugar, entonces disfrutamos ante las preguntas que le hicieron Gabriel Pregal y Sebastián Turner, y la memoria de Rudski sembró el estudio de fervor y gratitud por los años coperos. —Terminó la final y eras campeón de la Libertadores, ¿qué pasaba por dentro? —Con la juventud que uno tiene, a esa edad no sos tan sentimental… Aunque la verdad que todo eso no se puede describir con palabras. Difícil de encontrar palabras, claro, como también de encontrarse con tipazos así. Le salió una sonrisa cuando evocó que “Cococho” Alvarez, le dio un codazo en los dientes que “me tuvo 20 días tomando sopa con una pajita”.
El intercambio de experiencias en el aire tuvo un reconocimiento de Christian para los campeones de la Copa Intercontinental ‘68, un año antes de su llegada al Club: “Me imagino lo que habrá sido para estos muchachos volver de Inglaterra y ser recibidos por los hinchas”.

El poster del diario La Prensa en 1971. Fila del medio, el primer es Pachamé y al lado Rudsky.


El “Polaco” (el apodo de vestuario, pero había nacido en Checoslovaquia el 26 de julio de 1946) era una buena persona. “Un ser humano extraordinario. Que Dios lo tenga a su cuidado y donde esté que lo abrace”, dijo Saporiti. “Me hubiera gustado darle un último abrazo”, recordó Pedro Verde, su compañero de ataque en aquel loco Pincha que no paraba. En los últimos años Christian iba a una cantina cuyo propietario era un amigo varios años menor, hincha de Español, que no llegó a ver a Bilardo, a Veglio, a Rudzki, pero admiraba escuchar acerca de las leyendas albirrojas. Aquel equipo cuestionado por un sector al que le molestaba que el Pincha ganase tanto y seguido. Se hacía silencio y entre las mesas, Christian y su timbre de voz fuerte contaba sus verdades, reviente quien reviente. “Las charlas técnicas con Zubeldía no las tuve en Español. Osvaldo dejaba hablar a todos, y después quedaban Bilardo y Pachamé, pero la última palabra era la de Osvaldo”.

“¿Sabes lo que era Poletti? No me vengan con Carrizo… ¿Y Aguirre Suárez? Sí, era una roca, pero era un tiempista impresionante”. Y seguía por el medio. “Bocha exquisito jugador, ¡qué te digo de Echecopar…!” Arriba, “Era maravilloso jugar al lado de Verón y de Conigliaro”. ¿Y del capitán Malbernat, qué nos decía Rudski? “Oh, Cacho. Me recibió muy bien apenas llegué a Estudiantes”.

Año 95, don Christian al frente de un equipo fuerte, la 80 (Octava).


Adiós, Rudski. El final no fue como el que queríamos, con una nota mano a mano que se quedó en llamados, en un asado en el Country, para evocar aquel tiempo de oro. No lo pudimos hacer, pero uno entendió todo. “Uno entraba a la cancha y sentía que no podía perder”. Y ahora uno piensa en la eternidad y es así que tampoco se lo va a perder. Que perdurará en la memoria para siempre.

Gabriel Alejandro López


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