Un golazo de frente al Estadio
Por Gabriel López
Vaya destino, andaba en estas horas por la ciudad José Daniel Ponce, que cruzó la cordillera para estar en la fiesta de estreno del Estadio. Ese que mandó una bola como el Bocha podía hacer para cantar en el clásico cien, de olor a cero a cero como el de recién... Y vaya curiosidad. En otra época donde El Lobo tenía pronóstico a favor, con el equipo del 62, Estudiantes también se lo sopló por un gol.
A siete días de las elecciones presidenciales, en La Plata se impuso Fernández… Gastón, el que cursó en universidad del potrero, de donde sacó sus enganches y amagues. Ese Fernández que hizo brincar al Gallego Fernández, el reconocido abogado, que cada domingo patea en el Prado Español con Verón padre y aquellos viejos amigos de Estudiantes. Pero la fórmula futbolística fue con Mateo Retegui, que metió el gol más cierto en horas inciertas.
Su grito alocado se dio en un momento anímico, en el arco que a las grutas, al lago, al espacio que ahora tiene como ícono una obra arquitectónica de la modernidad que se estrenará el sábado 9. Y hablando de “nueves”, coincide con el cumple años de Gustavo “El Lomo” Salinas, al que abrazo por radio, ayudante del Chavo Desábato en reserva, al que he visto jugar en Everton vendado como en una película de Rambo en las batallas de pelotazos a dividir de la Liga. Así se jugó el clásico. Y hasta lo daban candidato a Gimnasia, con una especie de Sí se puede. Incluso el marketing llevó a que los fotógrafos en ese segundo tiempo se amucharan todos en el arco contrario al del gol de Mateo, que sacó un remate que viajará en el tiempo, con suspenso (cuando la pelota va “suspendida”) hasta anidarse como el gorrión que busca un poco de calma en la tormenta, después de que tiren tanto para el cielo. “¡…Todo el cielo nos queda muy chico!”, canta Iván Sadosky, preparado para actuar con su viola.
Justo al cielo, donde residen los dioses, y Diego (del que Eduardo Galeano escribió que es el más humano de todos ellos) no pudo ante la fuerza de los leones paganos, desde el más viejo que cuida a los cachorros (Andújar), o el más bello y bien peinado que le dicen Gata para debería ser Leona, todos ellos hicieron posible una victoria histórica.
Señores, ganó Fernández, el 10 de Estudiantes, que llevó una conducción serena. Y todo Estudiantes cantó como Gardel, “volver”. Para que Uno y 57 sea fiesta de guardar.
Por último, amigo, vecino, hermano, partiente, dígame la verdad… ¿Ahora quién se acuerda de Milito? Ahora es poco menos que San Gabriel.
Uno de los pocos hinchas-dirigentes que fue a 60 y 11 fue Daniel Ridner, que andaba filmando y deseando ondas de amor y paz. Hay que saber escuchar a los grandes, no solo de edad, sino por lo que lleva recorrido con el Club desde el año 1986 a la fecha. El hombre sufrió en 2002 un terrible momento, acompañando hasta el último instante a la familia de Sebastián Gabriel “El Rusito” Garibaldi, que cayó muerto a la salida de un clásico. Y como soy periodista y mi obligación es decirlo: por favor, los que organizan, a ver si realizan mejor cobertura y son más vivos cuando la gente empieza a descomprimir la salida y empieza el partido de los que no entraron y salen al típico festejo en la esquina.