Estudiantes y el codo de 115: sueños de varias noches de verano


Por Gabriel López


El programa Pibes y pibas a la cancha, de la Fundación Estudiantes, abrió el año con momentos inolvidables, en La Noche del León (llenó el codo con visitas de clubes y organizaciones), siguió con Racing (presencia de colectividad salvadoreña) y el lunes ante Banfield (otro triunfo y nuevas alegrías),


Daniel Batres, estudiante de ingeniería hidráulica.
José Salanitro es “Pepe”. En la intimidad siente a Estudiantes como un espacio que reconforta el alma. Pasó una vida observando y observándose, mientras soñaba que un día podía hacer algo más. “Vi mil partidos en mi vida, pero estar ahora adentro”. El orgullo es más grande porque en su voluntariado para la Fundación está con su hija, Delfina Salanitro, encargada administrativa, de la comunicación con las Instituciones y de las viandas. Son parte de un núcleo donde los sentimientos motorizan, con un conocimiento del club. Jóvenes que saben del “colectivo” y sienten el servicio como una identidad personal: Euge Ghilardi (encargada de ingreso de los clubes), Cintia Vega (Agrupación 13 de Diciembre), Lorena Prieto, Piri Leonardi, Anto Perissutti. Y los socios, en masculino y plural, Guillermo Svanossi (Agrupación JS Verón), “Magoo” Palacios (Por siempre Estudiantes) y Mario Malvestiti (que en un momento sintió que el reconocimiento a veces llega cuando menos lo espera… Cumplió años el lunes y entraron a la tribuna con una torta, cantándole en un coro que hizo eco en 57 y 1).
El codo venía de un sueño de verano en la Noche del León cuando el codo estuvo a tope, en un sábado de clima ideal, con puesto de hidratación y el ingreso ordenado de cada grupo de chicos que tenía a un adulto monitoreando). Clubes, ollas populares, comedores, pueblos originarios, instituciones solidarias. Es la tercera temporada que el Club Estudiantes otorga ese derecho a la recreación para que el fútbol grande sea visto por mucha gente.

La Fundación recibe a la delegación de El Salvador.


En el debut oficial con triunfo ante Racing, fue la primera vez de un grupo de estudiantes y graduados de las universidades, la colectividad salvadoreña en Argentina (Colecsar), que se constituyó en 2019. Dejaron de lado los libros y comprobaron el calor y la emoción de una tribuna del Estadio “Jorge Luis Hirschi”. Al finalizar, un estudiante de quinto año de ingeniería hidráulica, Daniel Batres, con calidez y emoción en su voz confió como un pincha de toda la vida: “Espero que sea parte de la cábala de una gran temporada”. También está la meta personal que compartió con este cronista: “Quero devolverle a la Argentina algo de lo que ha dado por nosotros, me gustaría trabajar aquí o en nuestro país donde con el nuevo gobierno van a permitir obras y que nos desarrollemos de una mejor manera”.

Ritual feliz del acceso a la tribuna codo de los pibes y DT.


El reportero de Acá hay una Escuela, el amigo Oscar Rómulo, no dejó pasar el momento y apuntó su lente. En el comentario de la Fundación nos dijeron que hubo un par de Ecuador y otros de Honduras.

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LA BRUJA FUE SALVADOREÑA

Estudiantes en enero de 1966 consensuó una gira que reportó muchos partidos y dólares, disputando bajo las órdenes de Zubeldía amistosos con equipos de Centroamérica. Juan Ramón Verón tuvo un día con la camiseta del Alianza FC salvadoreño. El 16 de enero pasó a reforzar ese conjunto que temía ser goleado ante Santos de Brasil, con Pelé entre los once. Ante 45 mil almas. La “Bruja” eclipsó al “Rey” (venía de ganar dos Mundiales) con un que selló la victoria 2 a 1. Además del 11, otros dos jugadores albirrojos, Raúl Madero y Roberto Santiago, fueron de la partida.

Pelé enfrenta al Alianza, esa tarde con JR Verón.


PINCHAS Y CUSCATLECOS

No es fácil dejar el país donde uno creció, a los que le dieron la vida y sembraron el amor más puro en el corazón. Por eso, los integrantes del colecsar le compartieron a la Fundación Estudiantes algunas de sus actividades, como el brindarse apoyo en la lejanía, difundir la cultura y reunirse en un punto o lugar en común. Cuando en La Voz del Estadio, Gabriel Pregal hizo el pregón de los invitados, la palabra El Salvador, despertó el recuerdo de un amigo entrañable del periodismo, hincha de Estudiantes y radicado en la capital del país centroamericano.

Libro de G. Flores, publicado para los 100 años pinchas.


Gustavo Flores es el que está afincado y con familia en El Salvador, pero nació en La Plata una noche de verano de 1970 cuando jugaba Estudiantes por Copa Liberadores ante Nacional. El barrio Norte fue su cuna, donde se contagió de su hermano mayor Esteban Flores y de los amigos que iban a la casa de calle 4 entre 33 y 34 a comer hamburguesas y cantar en la previa. De ahí salió la bandera “Paty’s”, que se colgaba en los alambrados de la viejo cancha en los años ochenta.

Gustavo Flores, en deportes de El Diario de Hoy.


Gustavo se animó a un libro donde quede retratado el sentir de todo Pincha y lo hizo en un momento más que especial: agosto de 2005, para los 100 años, y antes de mudarse de La Plata. En ese momento, era periodista de Clarín. Le pidió el prólogo a Juan Ramón Verón y la contratapa a Víctor Hugo Morales.

Grupo de Romerense en la cancha del León.

Apenas finalizó el encuentro con La Academia, contacté a Flores, humilde y bondadoso, dos virtudes en las que basó su gran trayectoria profesional, además de notas muy interesantes. Me devolvió un audio con esa voz feliz ante las fotos de los salvadoreños en el codo de 115 y 57, en la multitud del lugar donde vivió lo mejor de su vida en la infancia y la juventud. Y ese cariño por la roja y blanca hoy la tienen su mujer Katty Corado, los hijos Mateo y Paulina. En la mismísima redacción de El diario de Hoy, mientras ya finalizaba cansado su día laboral, encontró otra razón para decirle gracias a la vida por Estudiantes.

Fue el pasado 3 de febrero, con la Copa de la Liga 2025 en pañales, cuando a la salida del encuentro busqué el registro de esos salvadoreños encantadores, exultantes, que hablaban de una “fiebre” por estar en el estadio. Más tarde, en una mesa del Mercado 55, mientras esperaba por un refrigerio, más personas aparecieron y en cada una atesoré abrazos, amistad. Con el escribano “Chiqui” Orengo (ex jugador de las divisiones juveniles albirrojas y sobrino de Raúl Gerardo Correbo, ex presidente albirrojo que contrató a Bilardo en 1982). Pero la sorpresa más grande, y coincidente, llegó después. El profesor Esteban Flores (¡el hermano mayor de Gustavo!) y ahí también veo a Fabián Verón (el primer hijo varón de la leyenda Juan Ramón). De la misma generación, de la misma calidad humana. Alguien diría “son señales”, fragmentos de un día de fútbol que ya pasó, pero que guardará el alma en un rincón especial. Como es especial y amable el voluntariado de la Fundación, que hace posible los sueños.

Gabriel Alejandro López


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