El mundo aprende de los Estudiantes


Por Gabriel López

En una ciudad universitaria, donde se ha despertado mucho interés por saber cómo ha hecho este club en un país que estaba derrumbado y con hambre… Les daremos la fórmula, intentaremos hablar de estos valores que no son verso: paciencia, unidad, cooperación, que es recíproca entre quienes dirigen y los socios que asisten a los “milagros”. En realidad, los milagros no existen, porque acá tenes que laburar como enseñó Zubeldía.
Milagros se llama la joven con quien compartí el viaje en el bondi el primer día de la Fiesta, una socia León (digamos “Leoncita” por sus 20 abriles), quien me ayudó a ver más cualidades: la alegría sin arrogancia, la calma en medio de tanta euforia.
Tres días consecutivos, con una peregrinación en familia, una piel que el León cambia por la que más necesitaba: el hábitat del que nunca más pudieron escapar el primer día que te llevaron a participar, como hincha o deportista. Ni un jugador de los más codiciados de quilates internacionales, JS Verón, el alumno avanzado que a los 30 años había decidido regresar como alumno avanzado que estaba en Inglaterra, en un post grado de pases largos.
Como en el Bachillerato para jugadores (sabrá muy bien el docente y director Tarner de lo que hablaré en continuado) una palabra y una sonrisa contienen al piberío, los que hoy se hacen lugar desde prenovena. De hecho, vi muchos cuarentones que se sintieron niños, fundamentalmente el sábado, cuando Agustín Alayes cruzaba la cancha dando saltitos, enviándole un saludo de brazos vaya a saber a quién que recepcionaba en los palcos vip, muy cerca en perspectiva con el tiempo al lugar donde se sentaba su viejo -las filas de arriba- en aquellas plateas rojiblancas que se hicieron por Bilardo.
Gabriel Pregal, nuestro querido locutor de Acá hay una Escuela y la Voz del Estadio, que en la refundación iba de un lado a otro, como saliendo a pescar un cabezazo. Marcelo De Luca, el gerente general, reparte abrazos con custodios del corazón: su mujer y sus hijos.
Desde aquella Navidad de 1907 vinieron muchos partidos, distintos presidentes, pero la identidad siempre presente. Coincidieron tres noches de luna llena, con forma de balón… Fue salir a ganarle a Talleres, de allí a caminar como los devotos que refuerzan su fe y el amor espiritual, el sábado subir los 84 escalones exactos de la tribuna que daba a los viejos vestuarios, para seguir viendo ese arco en la misma posición que estuvo, está y estará esperando más.
Fue un show, con partido que nos divirtió como los Globbe Trotters, pero con futbolistas que se jugaron la vida, como Marcelo Trobbiani. Un rompecabezas de cracks, como cuando el Narigón se solía arreglar cada vez que le tocó dirigir por acá… Un relator televisivo acompañó cada pase, cada gol con cánticos, con ese sello alocado del Bambino Pons, quien sólo se olvidó del Chivo Peinado (una pifia en dos noches se puede dejar pasar).
Recambio generacional. Y hablando de cambios, Sabella tuvo que entrar a la cancha para sacar a Juan Ramón Verón, con el que empezó todo… hasta llegar a campeón mundial.
Y aunque los medios internacionales se queden con un superficial León en llamas que camina en una realidad virtual, esta joven comisión directiva tiene otra realidad, más obras por concretar. Un temible monstruo que caminaba por los techos, aunque uno fue a ver a esos “animals” (como le dijeron los ingleses) que tocaban y gambeteaban, frenaban y volvían a arrancar, en cámara lenta cuando la agarraban los de los sesenta; con un esfuerzo físico como los que tienen que empujar un coche viejo con las figuras de los ochenta; con los todavía vigorosos de los noventa… Pero hay también otra realidad. El tiempo no puede volver atrás. Sin embargo, fue tanta pasión por la vuelta a casa, que los de la organización por momentos lo lograron. Se lo vios tan bien a estos Estudiantes como en las noches coperas, y esta vez no había nada que jugar…
Los padres de los chicos de todas las disciplinas hicieron las veces de controles en puertas de acceso y en los vallados de alrededores. E incluso había gente que porta en la sangre otros colores, pero estaba ahí, disfrutando una fiesta popular.
Es que Estudiantes enseña al fútbol y al país con su unidad. Y como no se conforma nunca, desde el lunes 11/11 ya entrena con los Milito Boy’s pensando en mucho más.