Son unos pocos los que saben del sacrificio de un futbolista para llegar a la Primera división. A la gloria no se llega por un camino de rosas y eso lo sabe bien Marcos Rojo. Así lo reflejaron en un mano a mano con Acá Hay Una Escuela los primeros entrenadores que tuvo en Estudiantes: el que lo sumó, el que lo cuidó y uno de los que lo dirigió. Afuera de la cancha y en el barrio, desde sobrinos hasta los amigos de la infancia, se comprueba la sangre, el ADN y las ganas de triunfador del que tiró una rabona en un Mundial.