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Verón y nuestro grito en el “universo paralelo”.
Muchas veces los hechos confirman previsiones. Es una línea ondulante que va hacia los efectos pero que es condicionada por contextos e ideas. Ciertas ideas.
Más allá de las evidencias establecidas que tenemos a nuestro alcance, todo puede estar sujeto a perplejidades particulares o grupales. En tiempos de la posverdad, el poder que trabaja y refuerza tales disyuntivas puede llegar a relativizar todo aquello consagrado por los acontecimientos, sus héroes y las consiguientes transformaciones culturales y populares. En ese espacio, hay un “grito silenciado” y oculto por ese poder opaco que escribe la historia.
Estudiantes de la Plata entiende a la perfección las complejidades de lidiar con la posverdad y de luchar contra el mantenimiento de su “grito silenciado”.
En 1986 Bilardo tuvo que poner un punto final a las discordancias que el poder generó desde 1968 al tildar a nuestra Escuela de antifútbol. Más allá de conformar el mejor y más talentoso medio campo de la historia del fútbol argentino cuatro años antes y posteriormente salir campeón del mundo con un fútbol moderno y distintivo, se continuó con esas “verdades” dirimidas en reuniones y redacciones sinuosas. Y continúan aún hoy, a más de 50 años. “Si no los podemos detener, inventemos una duda que suene verosímil y la misma se convertirá en verdad”. La “verdad” de aquellos que describen esos “universos paralelos”.
Hoy es el cumpleaños de Juan Sebastián Verón. En palabra de Alejandro Sabella, ”el jugador más preponderante de nuestra historia”. Muy pocos jugadores del fútbol han tenido el talento y la trayectoria de Verón. Hablar de él es hablar de un iluminado que recibió una técnica indescifrable, sublime. Pero hablar de Verón también nos inmiscuye en esos “universos paralelos” inventados por el poder y que pueden encontrarse a lo largo de toda su carrera, no solo como jugador sino también como dirigente.
Toda la gran generación de la Selección Argentina del mundial 2002 pasa hoy inadvertida. Varios de esos jugadores ocupan en la actualidad lugares consagrados en diversas instituciones deportivas. Hasta su director técnico es postulado en un lugar de beatificación. Merecido o no, cada uno de los integrantes de aquella Selección se encuentran liberados de aquella derrota inexplicable e injusta. Salvo Verón.
Más allá que fue elegido como el mejor jugador de esa Selección en las eliminatorias para ese mundial y posteriormente haber sido la figura contra Nigeria en el debut, el poder lo incluye en ese “universo paralelo” en el cual debe dar las explicaciones que ninguno de sus compañeros adeuda, si se puede hablar de deuda ante una simple derrota. La mecánica escéptica del poder desde la eliminación de aquel mundial consistió en inventar una “duda” sobre Verón con rasgos y borrosas coordenadas de verosimilitud y que al mismo tiempo sea incomprobable. Y en los casilleros desocupados de esa “duda” inventada e incomprobable se alimentó y trabajó la maquinaria de la posverdad.
En el año 2006 Juan Sebastián Verón volvió a Estudiantes de La Plata convirtiéndose en el único jugador en la historia del fútbol argentino en retornar en óptimas condiciones físicas rechazando contratos millonarios de diversos clubes de Europa. No existe otro caso que iguale tal epopeya de un jugador de élite que decida dejar todo por el club que lo vio nacer. La historia que se da a continuación de su llegada es conocida por nosotros pero obviada en el “universo paralelo” del poder. Lo inaudito lo presentan una y otra vez como cotidiano.
En el año 2014 Verón se convirtió en el nuevo presidente de Estudiantes de La Plata. Desde su asunción se dió una importante transformación no solo deportiva sino también social y cultural, teniendo como prioridad la culminación de nuestro mítico estadio de 1 y 57. Pero más allá de este último punto que se destaca por sobre el resto, la gestión tendrá un activo único en la historia institucional del fútbol argentino: la creación del Bachillerato exclusivo para jugadores de inferiores. Todos los juveniles que forman parte de las divisiones inferiores del club asisten obligatoriamente al Bachillerato con un mensaje de Verón implícito en cada rincón de las aulas: ”el que no estudia no juega”.
Pero el poder y sus referentes, que intenta pregonar día tras día en cada una de sus misivas lo positivo de todo aquello que tenga vinculación con la educación, con la importancia del desarrollo de las divisiones inferiores y el futuro de los jóvenes, no ha destacado este hecho único y distintivo en la historia del fútbol argentino. No fue tapa. Intentaron nuevamente convertir lo inédito en algo rutinario.
Verón cumple 44 años y nuestro grito se escucha más que nunca. El poder no pudo con Estudiantes y nuestra identidad. No pudieron.